La presente editorial, plantea como objetivo reflexionar sobre los ideales democráticos y la “democracia real”, teorizados por Norberto Bobbio en su libro “El futuro de la Democracía”. Con el objeto de encontrar en estas observaciones, una tendencia en el desarrollo (o involución) del régimen, y por lo tanto intentar algún pronóstico cauteloso sobre su futuro”.
Norberto Bobbio utiliza el término “Transformación”, en sentido axiológicamente neutro, sin atenerse a un significado positivo o a uno negativo. Y dice que “crisis” hace pensar en un colapso inminente.
“La democracia es caracterizada por un conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que establecen quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo que procedimientos. Con el objeto de que una decisión tomada por individuos (uno, pocos, muchos, todos) pueda ser aceptada como una decisión colectiva, es necesario que sea tomada con base en reglas (no importa si son escritas o consuetudinarias) que establecen quienes son los individuos autorizados a tomar decisiones obligatorias para todos los miembros del grupo, y con que procedimientos”.
A esta definición me gustaría agregar una observación vertida por Jaques RANCIERE en “Las democracias contra la democracia” que versa, que: “…hay consenso, sobre la idea de que democracia quiere decir cosas diferentes y opuestas. Platón dice que la democracia no es una forma de gobierno, es solamente el placer de personas que desean comportarse de la forma que quieren … o la formula machacada de Churchill de la democracia, el peor de los regímenes, con la excepción de todos los demás…”
Estas bases me permiten entrar en materia: y decir que “La democracia es algo más que un proceso electoral, esto conforma una legitimidad de origen, pero no de ejercicio. Y en Venezuela se observa que el juego político y las reglas instaladas por Maduro pareciera que se encuentran lejos del ejercicio democrático del poder”.
Es poco probable que un Estado democrático pueda cumplir con todos los ideales del modelo y Bobbio señala seis falsas promesas de la democracia: 1- Sociedad Pluralista: un voto por cabeza, 2- La reivindicación de los intereses: La representación imperativa. Neocorporativismo, 3- La derrota del poder Oligárquico : Élites, 4- El espacio limitado: No ha podido ocupar todos los espacios. Incongruencia, 5- El poder invisible: Transparencia, y 6- El ciudadano no educado: En igual sentido que la práctica democrática.
¿Pero acaso estas promesas se podían cumplir? Bobbio dice que no, ya que el proyecto democrático fue pensado para una sociedad mucho menos compleja que la que hoy tenemos, e indica tres obstáculos que no fueron previstos.
Primer obstáculo general:
“Conforme las sociedades pasaron de una economía familiar a una economía de mercado, y de una economía de mercado a una economía protegida, regulada, planificada, aumentaron los problemas políticos que requirieron capacidad técnica”.
Venezuela en particular:
Venezuela, se podría decir, hasta comienzos del año 1983, contaba con capacidad técnica para poder sostener las dificultades que planteaban los cambios en las economías. Luego sobrevinieron situaciones complejas como la El
18 de febrero de 1983 pasó a la historia como el día en que cambió la historia económica del país, pues hasta esa fecha se mantuvo oficialmente la estabilidad y fiabilidad que habían caracterizado al bolívar desde la segunda década del siglo XX, gracias a una repentina devaluación frente al dólar estadounidense “El Viernes Negro”. Posteriormente, las devaluaciones no han sido extrañas para Venezuela.
Segundo obstáculo general:
“El crecimiento continuo del aparato burocrático, de un aparato de poder ordenado jerárquicamente del vértice a la base, y en consecuencia diametralmente opuesto al sistema de poder democrático, donde el poder fluye de la base al vértice.
Igual están muy relacionados, ya que mayor democratización insume una mayor burocratización.
Venezuela en particular:
En Venezuela, el poder burocrático alcanzado es muy grande. Este fue impulsado por los años de crecimiento al 10% en los años 2008 al 2012, que le habían tolerado mantener niveles altos del gasto público.
Primero, Hugo Chavez, sentó las bases de un modelo económico insostenible en el largo plazo, y su sucesor, Maduro, terminó de llevarlo al colapso total. Inflación, escasez y la imposibilidad de generar riqueza fueron un combo letal
Tercer obstáculo general:
“La ingobernabilidad de la democracia, asociado al tema del rendimiento y la efectividad de las políticas. Cada vez mayor demanda de la sociedad civil al gobierno, cada vez mayor, inalcanzables y costosas.
Además la rapidez con la que los ciudadanos presentan sus demandas al gobierno y el contraste de la lentitud de los procedimientos del sistema político democrático por el cual se toman las decisiones adecuadas”.
Venezuela en particular:
En Venezuela la ingobernabilidad está en la esquina, ya no es necesario doblar. A ese punto ha llegado el gobierno, por tal motivo
necesita control para seguir gobernando.
Que sea el pueblo el que decida es el punto de partida, pero no por tener un apoyo soberano amplio se puede hacer cualquier cosa, la teoría política sitúa el fiel de lo democrático en la realización de procesos electorales periódicos, libres, competitivos e iguales. Ahora bien, las mayores polémicas en torno a la legitimidad democrática del chavismo se centran en cómo ejerce el poder, no en cómo lo obtuvo.
La conclusión a la que llega Bobbio es que las falsas promesas y los obstáculos imprevistos no han sido capaces de transformar un régimen democrático en un régimen autocrático.
Entonces qué necesita un país para ser considerado democrático.
Existen democracias más sólidas o menos sólidas, más vulnerables o menos vulnerables; hay diversos grados de aproximación al modelo ideal, pero aun la más alejada del modelo no puede ser de ninguna manera confundida con un Estado autocrático y mucho menos con uno totalitario.
Al lado de las elecciones se encuentra un conjunto de instituciones que hacen posible la vida cotidiana en democracia.
En medio de la polarización y la politización de la realidad venezolana donde existen impresiones exageradas sobre lo que pasa en un país que fue rico y ahora es pobre y nadie parece entender cómo pasó eso. Existen otros acertijos de muy difícil explicación como si Venezuela es una dictadura, si Venezuela es igual a Cuba, o, si Todo el mundo odia a Maduro.
Karl Popper nos enseña que lo que esencialmente distingue a un gobierno democrático de uno no democrático es que solamente en el primero los ciudadanos se pueden deshacer de sus gobernantes sin derramamiento de sangre.
En este tiempo de “Elecciones, supuestamente, democráticas en Venezuela” me permito realizar una conjetura final y decir que Nicolás Maduro ha demostrado más de una vez a través de sus discursos y acciones que, no luce simpático, sino peligrosamente extraviado, pero creo que es manejable y las fuerzas de poder “invisibles” imperantes o, quizás, no mostradas, lo saben.
Supongo que los dueños verdaderos del poder en Venezuela siguen manejando los hilos desde otro lugar.
Y termino citando una frase que destapó un conocido periodista argentino hace ya varios años, que fue dicha por un empresario de multimedios argentino, que respondió a la pregunta realizada por el Presidente de ese momento:
¿Usted quiere ser presidente, entonces? y, el poderoso empresario respondió:
“ESE ES UN PUESTO MENOR”.
Editorial: Eduardo D. Araujo Duffy